Diariamente las personas interactuamos con diferentes servicios financieros, los que ya están tan internalizados que no se perciben a simple vista.

Desde la compra de la primera vivienda, nuestro primer auto, una eventualidad de salud o llevar a la universidad a nuestros hijos, son situaciones en las que interactuamos con una red de servicios financieros que hacen posible un préstamo, una hipoteca, seguros y/o planes de ahorro. En todos estos casos el centro es el objetivo, y no el producto financiero, es la casa, es la universidad y no el banco.

En este contexto, el rol de la banca ha cambiado, dejando de ser ese lugar al que íbamos a hacer un depósito, un pago o a pedir un préstamo, convirtiéndose en un negocio de plataforma, como lo son Google, Amazon, Facebook, Uber, entre muchos otros. Es decir, hoy son entidades que crean valor, facilitando intercambios entre múltiples participantes, sin tener la propiedad de los medios de producción, sino de los medios de conexión.

En la banca tradicional, los ingresos provienen de una estrategia de monetización directa con tarifas transaccionales y de la intermediación a través de la diferencia entre tasas de interés. En el nuevo escenario de Banca de Plataforma, la monetización es indirecta e incluye modelos de revenue sharing, tarifas de procesamiento, valor agregado con analítica de datos, y compartir ganancias por generación de eficiencias.

Y frente a este nuevo escenario era necesario contar con regulaciones, las que hoy han acelerado la innovación en los servicios financieros, reduciendo las barreras de entrada, pero sobre todo generando una economía de ecosistema, en la cual se difumina el papel de la banca tradicional, y se potencia la generación de valor para los ciudadanos a través de la explotación de los datos que autoriza compartir.

Las regulaciones de Open Finance ya han cruzado el Atlántico, México y Brasil cuentan con una regulación de Fintech que incluye el uso de APIs, y recientemente Colombia se unió con la promulgación de la regulación de las finanzas abiertas. Según su Ministerio de Hacienda, el objetivo fundamental del decreto es promover la competencia, la inclusión y la eficiencia en la prestación de productos y servicios, facilitando a las instituciones financieras perfilar mejor a los usuarios y desarrollar estrategias y alianzas con entidades de otros sectores.

Panamá y Centroamérica se perfilan como los próximos en adoptar e impulsar regulaciones de finanzas abiertas que permitan aprovechar las ventajas competitivas de la región en sectores como logística y comercio, y acercando a los ciudadanos a servicios que faciliten su día a día, y que impacten su calidad de vida.

Fuente:

https://elcapitalfinanciero.com/finanzas-abiertas-motor-de-innovacion-y-crecimiento/